los tejados mojados

La tormenta en este lugar es bastante intensa. El sitio está alto así que se nota diferente a donde viví con anterioridad. La lluvia también lo es, aunque dónde no lo es en Galicia. Hemos tenido un invierno lleno de agua y la primavera se está comportando de la misma manera.

Me da risa cuando comentas con alguien acerca de esto y te dicen que en Galicia actualmente pueden pasar las cuatro estaciones en un sólo día. Es muy cierto. El otro día por la mañana estuvo muy veraniego con altas temperaturas y de repente, se empezó a tornar de otoño o primavera y terminó en uno de los inviernos más intensos. Pero esto es algo que ya pasaba cuando yo era pequeña.

 

Esta mudanza fue muy estresante para mí. No quería cambiarme de lugar, me gustaba mucho la otra vivienda. Aún así tuve que hacer el cambio ya que era muy necesario y aunque en su momento no lo vi, el lugar es sumamente hermoso. Mucho más que el otro. Es una zona muy apartada donde todo es naturaleza y puedes sentir que te abraza. Siento que me inspira mucho más aunque las cuatro paredes no lo hagan tanto.

Me recuerda a la primera casa donde viví. Era antigua, hecha por mi bisabuelo. Una casa de la aldea de Galicia. Los que nacieron o viven aquí sabrán a qué me refiero. Una casa de esas en las que puedes hacer todo porque tu familia no te prohibe nada. Así es esta casa también. Es la parte que me gusta de la historia.

Tiene muchos tejados. Son adicionales a la vivienda también, porque tiene alpendres tanto pegados como separados. La finca es tan grande que te pierdes en ella y justo enfrente hay un río pequeñito, al que llamamos regacho, en gallego. Aún no he podido alcanzarlo pero espero hacerlo pronto y llevar a Sasha a verlo y que se bañe en él. Sasha es mi mastina. La quiero muchísimo.

Ella es blanca y tiene machas de fuego en un ojo, en la cabecita y en la cola. Tiene además dos lunarcitos en su naricita y su cola siempre está en espiral. Es un mastín de los Pirineos. El diecisiete de mayo hace tres años que está conmigo. Tres años de vida. La recuerdo de pequeña como una bola redonda y llena de sueño y carácter. No es muy ladradora, la he visto defenderme en varias ocasiones y sólo hace que la adore más y más. Es muy tranquila y mi vínculo con ella es extremadamente elevado. Nos entendemos sólo con mirarnos. Es una de las maravillas de mi vida.